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La Paloma y el Fénix

La paloma y el fénix es un libro de Historia presentado en la Temporada del Amanecer. Las entradas se recolectaban explorando los Corredores del Tiempo, accesibles para los propietarios del Pase de Temporada. Al terminar la Temporada del Amanecer, el 11 de marzo de 2020, todas las entradas se pusieron a disposición de los jugadores que completen la aventura exótica de Bastión.

1: Carga, parte I / 1: La Carga - parte I

Un motor solitario choca con la falsa tranquilidad de la Zona Muerta. Mantiene un chasis de metal tambaleante justo dentro de la línea final del deslumbrante crepúsculo. El transportador se sumerge en las montañas afiladas que perforan nubes bajas y las corta en capas de estratos y vapor que se deslizan como espuma aplastante a través de un océano al atardecer. Una línea de comunicaciones de red cerrada cruje.

Marin Oru:
La mayor parte del follaje es demasiado espeso para aterrizar. Estaremos expuestos en el claro.

Saint-14:
Ella estará allí. La transmisión final enumera seis refugiados; vendidos por éter.

Geppetto:
Y más de treinta caídos.

Marin Oru:
En ese caso, me alegro de que hayamos traído la ametralladora.

Saint-14:
Este Señor de la Guerra que se ocupa de ellos... tendremos que hacerle una visita.

Marin Oru:
Hay que concentrarnos en la tarea en cuestión. Treinta segundos.

Geppetto:
El espectro de la Sra. Lucine, Espectro, informa que no hay barracudas. Sin embargo, hay un hoyo cubierto en el campamento que despertó curiosidad. Guardan silencio.

Marin Oru:
Algo que es mejor dejar así, seguro.

Se sumergen en la sombra, entre picos, senderos de estela de nubes a medida que disminuyen la velocidad para aterrizar. El transportador zumba. Motores apagados y fríos. Desembarcan y esperan.

"Bien hecho, Geppetto." La voz de Marin Uro emana de su casco, con la visera rígidamente fijada en el límite del bosque.

Geppetto muestra el código en el horizonte sombrío esperando respuesta. "Gracias, hermano Marin. Era mi primera vez".

Marin es una estatua.

Saint abre la bodega de carga del transportador y voltea hacia Marin. "Ella estará aquí".

Geppetto parpadea. "No hay respuesta de la Sra. Lucine".

"Toda esta preocupación... es por nada. Tyv se reirá con nosotros mañana". Saint le da una palmadita en la espalda a Marin.

"Mañana". Los ojos de Marin están fijos en el oscuro límite del bosque.

"Sí. Mañana. Al día siguiente, otra vez después de eso, y más hasta un día sin armadura".

"Ese es un pensamiento agradable". Marin se endereza, mirando a un punto en la profundidad.

Una luz parpadea desde el límite del bosque.

"Hermano Saint. Los encontré".

Un motor solitario rasga con su traqueteo la aparente tranquilidad de la Zona Muerta y mantiene una inestable estructura de metal justo sobre el horizonte delimitado por un radiante ocaso. El transportador se sumerge entre montañas afiladas que perforan las nubes bajas, cortadas en estratos y vapor que se deslizan como la espuma fina en un mar carmesí. Un canal de comunicaciones de red cerrada cruje.

Marin Oru:
Las copas de los árboles son demasiado densas para aterrizar. En el claro estamos expuestos.

San-14:
Ella estará allí. En la última transmisión se hablaba de seis refugiados, vendidos por éter.

Geppetto:
Y más de treinta caídos.

Marin Oru:
Pues me alegro de haber traído la ametralladora.

San-14:
Ese señor de la guerra que tan bien los conoce... tendremos que hacerle una visita.

Marin Oru:
Centrémonos en lo que tenemos entre manos. Treinta segundos.

Geppetto:
El Espectro de la señorita Lucine, Espectro, no detecta barracudas. No obstante, un foso cubierto en el campamento ha levantado sospechas. Van a cortar comunicaciones.

Marin Oru:
Seguro que será mejor evitarlo.

Se sumergen en las sombras, entre picos y senderos dibujados en la estela de las nubes, a medida que disminuyen la velocidad para aterrizar. El transportador zumba y traquetea. Los motores callan y se enfrían. Titán y hechicero desembarcan. Esperan.

"Bien hecho, Geppetto". La voz de Marin Oru emana de su casco, cuyo visor permanece fijo en dirección a los árboles.

Geppetto emite el código en el horizonte sombrío, esperando respuesta. "Gracias, hermano Marin. Era mi primera vez".

Marin permanece inmóvil.

San abre la bodega de carga del transportador y se gira hacia Marin. "Llegará".

Geppetto parpadea. "Sin respuesta de la señorita Lucine".

"Te preocupas demasiado y por nada. Mañana Tyv se echará unas carcajadas". San da una palmada a Marin en la espalda.

"Mañana". Los ojos de Marin siguen fijos en la línea de árboles que se oscurece.

"Sí. Mañana. Pasado mañana y el día de después, y así hasta un día sin armadura".

"Una idea tranquilizadora". Marin se endereza y observa un punto en la lejanía.

Desde los árboles, una Luz parpadea.

"Hermano San. Los he encontrado".

2: Carga, parte II / 2: La Carga - parte II

Tyv Lucine deja el límite del bosque con seis almas a cuestas. Ve la luz de Geppetto parpadeando en el crepúsculo. Su espectro, Espectro, gira y brilla en las manos de un niño que los "conduce" hacia su destino. La luz de la luna se cuela en el valle y realza el tono momentáneo entre la puesta del sol y la salida de la luna. Dew pisa la yerba con sus botas. Se acercan. Los espectros se desvanecen.

Marin está de pie, preparado; un armamento de cañón largo adornado con un bípode adorna sus hombros.

"Gracias por hacer esto, Marin". Tyv habla en voz baja. Ella empuja una mano firme hacia la de él.

Asiente y le da la mano. "Fue idea de Saint".

"¿Es eso lo que te dijo?" Ella mira a Saint recibiendo a los refugiados y acomodándolos en el transportador.

"No importa quién tuvo la idea". Saint-14 la abraza.

Marin se endereza y mira más allá de ellos, las bengalas sueltas del dosel, respirando un resurgimiento de azul pálido hacia el cielo; los gritos y las luces se desatan en el frenesí de los árboles, y la nube cubre la oscuridad sobre el claro.

La postura de Marin se rompe. "Tyv, despega esto. Saint, estás conmigo".

Marin planta un bípode en la hierba y Saint extiende su luz en una brillante barricada en oposición al límite del bosque.

"Vete ahora. Es un vuelo largo. Nos aseguraremos de que no te sigan". Saint carga su fusil al hombro.

Tyv asiente. Corre hacia la cabina.

Saint saluda cuando se cierra la bodega de carga.

Los aullidos suenan desde la frontera. Los caídos entran en el claro.

Marin sacude el repetidor. "Vamos".

El motor del transportador se dispara. Ruge; una llama brillante y resplandeciente. Un faro. Un deseo.

La cacofonía suena en la distancia dividiendo las curvas calientes a través del pino del dosel mientras una carcasa roja grita y se desgarra por el claro.

El transportador es aniquilado.

Tyv se quiebra, su cuerpo patina sobre la hierba en ruinas.

El choque ensordecedor rompe la noche. En él, una sola llamada:

"¡TANQUE ARAÑA!"

Tyv Lucine abandona la espesura en compañía de seis almas más. Divisa el parpadeo de Geppetto en el horizonte. Su Espectro, Espectro, rueda y brilla en las manos infantiles que lo hacen "navegar" hacia su destino. La luz de la luna se arrastra hacia el valle, ensalzando ese momento de quietud entre la puesta del sol y la salida de la luna. El rocío abraza la hierba junto a sus botas. Se acercan. Los Espectros se dispersan.

Marin está en pie, sereno; el largo cañón de un arma fijada con un bípode le adorna los hombros.

"Gracias por todo esto, Marin". Tyv habla en voz baja y acerca una mano firme hacia la suya.

Este asiente y se la estrecha. "Se le ocurrió a San".

"¿Eso es lo que te ha dicho?". Tyv mira a San, que saluda a los refugiados y los guía hacia el interior del transportador.

"¿Qué importa a quién se le ocurrió la idea?". San-14 la abraza.

Marin se yergue y mira más allá de ellos. Unas bengalas aparecen por encima las copas de los árboles, exhalando un azul pálido conocido de vuelta en el cielo. Entre la arboleda, gritos y luces alborotan el ambiente, en un frenesí. Las nubes proyectan sus sombras sobre el claro.

La estoicidad de Marin se rompe. "Tyv, pon a volar esa chatarra. San, tú conmigo".

Marin planta el bípode sobre la hierba. San despliega una barricada de Luz brillante frente al linde de la arboleda.

"Vete. Es un viaje largo, nos aseguraremos de que nadie os sigue". San prepara su fusil, colocándoselo sobre los hombros.

Tyv asiente y corre a la cabina de mando.

San realiza un saludo militar conforme la compuerta de carga se cierra.

Los aullidos suenan desde el umbral. Los caídos entran en el claro.

Marin no da tregua con su arma. "A por ellos, pues".

El motor del transportador prende, ruge, se convierte en una llama que brama y refulge. Un faro. Un deseo.

El estruendo suena a lo lejos y dibuja curvas candentes a través del pinar, mientras un proyectil rojo intenso rasga el claro.

El transportador ha sido aniquilado.

Tyv se hace añicos, las ruinas de su cuerpo se deslizan por la hierba.

El choque ensordecedor desgarra la noche. En ella, se escucha un solo grito:

"¡TANQUE ARAÑA!"

3: Carga, parte III / 3: La Carga - parte III

Saint mira a la cicatriz retorcida donde estaba el transportador. "Se fueron..."

"¡FUEGO DE CONTENCIÓN!" Marin envía su respuesta clara hacia el límite del bosque. Los caídos atacan contra su reprimenda principal. "¡MUÉVANSE!"

Saint ve a Tyv, respirando de nuevo, tropieza a varios pasos, su postura se torció entre los escombros, se inclina contra un fragmento del casco del transportador fuera de la vista mientras el espectro hace girar la luz. La mano de su brazo bueno se hunde en una hoja envainada. El aire de la noche es sereno.

Los ojos del exo se centran en el límite del bosque. Su voluntad: iridiscencia sólida. El aire a su alrededor se dobla en infinita densidad. El brillo violeta ondula a través de su peto y se inclina hacia afuera contra el horror. Se consolida en un escudo luminoso. Recibe el ataque de los caídos con el destino de la luz de vacío. El fuego de las ametralladoras rasga el cielo, corta a los escoria y divide el frente en dos. Él toma terreno con cada paso, destroza a cada retador. Se abre paso hasta el límite del bosque y arroja su escudo cortando una de las extremidades del caminante.

Está al borde, cara a cara con la muerte. El cañón de campaña del caminante se balancea para igualar su verticalidad. Saint-14 se prepara. Es una protección incandescente. Una justa retribución. Una pared violeta que se levanta para rebatir la noche, pero el amanecer no lo sigue. Suena un segundo proyectil del cañón del caminante. Choca, apocalíptico. La protección se hace añicos contra la explosión. Solo oscuridad.

Una mano de acero, flácida y plana, se aprieta lentamente en un puño. Ellos son arrastrados. Saint se aferra a la conciencia. Su visión es fuego y restos. Las maderas se rompen contra el armazón del caminante cuando emerge ante ellos envuelto detrás del humo. Las bocas de los caídos chillan en un vacío ensordecido mientras llenan el claro. Saint parpadea. El mundo vuelve hacia él.

"Skas veskirisk". El resto de los caídos se separa para revelar un capitán descomunal. "¡Skas volasusk!" Chirridos y trinos recorren desde los vándalos hasta los escoria mientras ruge.

Marin está a su espalda. Respirando y sangrado. "Más rápido... Tyv..."

Kapsok aps vankemraptalirask; kapsok aps vamesaqeptosirulosk". La horda levanta los brazos. "Meliksnisk. Monequin". Desatan una tormenta de rayos.

Tyv se encuentra con los relámpagos en el aire, chisporroteando con rayos que caen al suelo debajo de ella. Aleja la tormenta con una disciplina aguzada, esparciendo una lluvia de rayos de arco alrededor de la escuadra. La tierra sisea cuando los rayos se hunden en el suelo y crea nubes de polvo que se elevan en el aire. Ella se desliza entre el polvo ofuscante y, en la confusión, barre la pureza de arco a través de los caídos.

Marin aprovecha la distracción. Destila toda su voluntad, toda la luz que puede reunir, en un solo punto. El color se drena a su alrededor y el punto se oscurece. Entonces se las arroja, una pálida iridiscencia que rasga la realidad hacia sí misma sin cesar. La esfera de vacío golpea derecho al caminante, y tuerce el metal desplomado hacia el olvido.

Al final no queda ningún caído.

Se quedan solos en las ruinas.

San mira la cicatriz torcida donde había estado el transportador. "Ya no están...".

"¡FUEGO A DISCRECIÓN!". Marin envía su respuesta clara hacia la línea de árboles. Los caídos cargan contra su iniciativa. "¡VAMOS!".

San vislumbra cómo Tyv vuelve a respirar. Se tambalea a varios pasos de distancia, encorvada entre los restos, y se apoya contra un trozo de fuselaje del transportador, fuera de peligro, mientras Espectro teje Luz con brío. La mano de su brazo bueno se apresura hacia la hoja enfundada. En la noche, el aire queda suspendido.

Los ojos del exo se clavan en la línea de árboles. Su voluntad: iridiscencia sólida. El aire a su alrededor se moldea en una densidad infinita. Un brillo violeta ondula a través de su peto y se inclina hacia afuera, contra el horror, consolidándose en un escudo luminoso. Los caídos arremeten contra la fatalidad de su Luz de vacío. El fuego de las ametralladoras le sigue, acabando con escorias y dividiendo el frente en dos. Recupera terreno a cada paso mientras destruye a sus oponentes. Se abre camino hasta la línea de los árboles y lanza el escudo para cercenar una de las extremidades del caminante.

Se encuentra en el borde, cara a cara con la muerte. El cañón de campaña del caminante se balancea para igualar su verticalidad. San-14 clava los talones. Es un protector incandescente. Una justa retribución. Un muro violeta que se levanta para refutar la noche, pero el amanecer no la sucede. Suena un segundo proyectil del cañón del caminante. Y colisiona, apocalíptico. La protección se hace añicos contra la explosión. Solo hay oscuridad.

Una mano de acero, flácida y extendida, se cierra poco a poco en un puño. Han sido machacados. San se mantiene consciente a duras penas. Solo ve fuego y ruinas. Los troncos se quiebran contra la estructura del caminante cuando emerge ante ellos, envuelto en humo. Las bocas de los caídos chillan en un vacío sordo mientras dominan el claro. San parpadea. El mundo vuelve hacia él.

"Skas veskirisk". Los caídos que quedan rompen filas para dejar paso a un imponente capitán. "¡Skas volasusk!". Cánticos y clamores se transmiten de vándalos a escorias tras su rugido.

Marin está boca arriba, respirando y sangrando. "Rápido... Tyv...".

"Kapsok aps vankemraptalirask; kapsok aps vamesaqeptosirulosk". La horda alza los brazos. "Meliksnisk. Monequin". Y liberan una tormenta de centellas.

Tyv atrapa la electricidad al vuelo, crepitando con un relámpago que rompe el suelo a sus pies. Es ella quien disipa la tormenta con una disciplina estudiada y esparce una lluvia de rayos de arco que rodea a la escuadra. La arena silba cuando los rayos penetran en el suelo y las nubes se elevan en el aire. Se adentra en el polvo abrumador y extiende la pureza de arco a través de los caídos, perplejos.

Marin aprovecha la distracción. Exprime toda su voluntad, toda la Luz que puede concentrar en un solo punto. El color se drena a su alrededor y la zona se oscurece. Se la arranca, una pálida iridiscencia que rasga la realidad en sí misma, incesante. La esfera de vacío golpea en su totalidad al caminante y convierte su metal en ruinas, condenándolo al olvido.

Ni un solo caído queda en pie.

Están solos entre los escombros.

4: Como polillas al fuego, parte I / 4: Como polillas a la luz - parte I

Las cenizas escupen y arrojan una tenue luz sobre la cara solitaria de Osiris. El bosque detrás de él se derrite sin forma hasta la nada de la medianoche. Sagira se mueve sobre sus hombros. Serenidad distante. Ella es un pequeño diamante. Aislamiento infundido. Un aleteo juguetón que parpadea entre el penacho térmico. La concentración pensativa deja de lado lo físico.

Está solo en el vacío.

No más intrusiones.

Hay un punto en la profundidad.

No se puede ver directamente.

Sumérgete. Sumérgete. Más profundo.

"El fuego se está apagando".

El ruido del mundanal regresa.

"¿Eh?"

"¿No tienes frío?"

"No". Osiris se frota la frente y agita el fuego. "Gracias, Sagira".

"No va a estar más claro solo porque así lo deseas, Osiris. Necesitas tiempo".

Osiris aprieta la mandíbula y se siente como si estuviera parado en aguas poco profundas, con la boca abierta ante una profundidad irreconocible. "¿Por qué me elegiste a mí?" La voz de Osiris es hueca. Aplana una palma para que Sagira se pose.

"Tienes una chispa". Su voz es aire cálido. El fuego estalla.

"¿Una chispa?" La frustración recorta su cara. "Este mundo se está muriendo. Una y otra vez".

"Tú también; yo te arrastré de vuelta". Sagira permite que la mano de Osiris acune su caparazón. "Te crie hasta que pudieras estar solo. Harás lo mismo por ellos, a tu manera".

Sus palabras permanecen en sus oídos con dulzura.

"No tengo tu paciencia, Sagira".

Respira lentamente y exhala.

"Alguien viene". Su voz es aguda.

"Ocúltame". La suya, serena.

Sagira se disipa cuando Osiris cierra su palma. Se atenúa.

La ceniza cae y arroja una tenue luz sobre el solitario rostro de Osiris. El bosque detrás de él se derrite, corrompe su forma hasta perderse en la noche. Saguira se mueve sobre sus hombros. Serenidad distante. Es un pequeño diamante. Aislamiento por instilación. Un aleteo juguetón que parpadea entre el penacho térmico. El enfoque pensativo deja de lado lo físico.

Está solo en el vacío.

Sin intrusiones.

Hay un punto en la profundidad.

Al que no puedes mirar directamente.

Ahonda. Adéntrate. Más.

"El fuego se está apagando".

El despreciable ruido mundano no tarda en volver.

"¿Mm?".

"¿No tienes frío?".

"Antes no". Osiris se pasa la mano por la frente y aviva el fuego. "Gracias, Saguira".

"No se va a aclarar de la noche a la mañana solo porque tú quieras, Osiris. Necesitas tiempo".

Osiris aprieta los dientes. Siente que se encuentra dentro de agujero negro, boquiabierto ante una profundidad irreconocible. "¿Por qué me elegiste a mí?". La voz de Osiris está hueca. Extiende una mano para que Saguira se pose.

"Tienes luz propia". Ella habla en un tono cálido. El fuego crepita.

"¿Luz propia?". La frustración invade sus facciones. "Este mundo se muere. Una y otra vez".

"Tú también habías muerto, hasta que te traje de vuelta". Saguira permite que la mano de Osiris la acune. "Te hice resurgir hasta que conseguiste alzarte por tu propio pie. Harás lo mismo con los demás, a tu manera".

Esas palabras resuenan en sus oídos con dulzura.

"Yo no tengo tu paciencia, Saguira".

Toma una larga bocanada de aire que suelta en un suspiro.

"Alguien se acerca". La voz de Saguira se vuelve cortante.

"Ocúltame". Osiris está sereno.

Saguira se desvanece cuando Osiris cierra la mano. Él se apaga.

5: Como polillas al fuego, parte II / 5: Como polillas a la luz - parte II

Una pequeña banda de humanos emerge del bosque en el flanco de Osiris. Algunos llevan armas de fuego cargadas de óxido. El que los guía se adelanta.

"Levántate, viejo". Las palabras están colgadas sobre su hombro, húmedas y pesadas.

"No".

Un espectro pintado sale rápidamente frente al rostro de Osiris. "El Señor de la Guerra Reich exige que te levantes".

"Estás en mi territorio. Quemando mi madera. Eso es robar. Eso es un brazo".

"Se te da inmortalidad, y todo lo que puedes pensar es tomar lo que te rodea. Qué desperdicio".

El Señor de la Guerra se ríe. El espectro se ríe rápidamente tras él.

"Eres una desgracia". Osiris mira por encima del hombro. "Vete. Reconsidera tu camino".

"Es tu brazo o tu vida. Esas son las reglas".

"Decídete". Osiris deja que las palabras merodeen alrededor de la cabeza del Señor de la Guerra.

"Tengo armas a la espalda". El Señor de la Guerra pone hierro marcado en la capucha de Osiris.

"Tengo una chispa". La llama envuelve a Osiris estallando en alas que proyectan las sombras de la noche. Una espada candente se extiende desde su mano. En un rápido movimiento, Osiris corta al Señor de la Guerra en un montón de chispas y arrebata a su espectro aturdido del aire. Su mirada se desplaza hacia la gente para ver sus espaldas mientras el resto se retira al bosque y su atención se fija en el espectro.

"¿Por qué este hombre?" Osiris apaga su llama.

"¡Suéltame!"

Sagira se compila de nuevo en la existencia.

"¡Tú! Hermana. ¡Ayuda!"

"Está bien. Oye. No te lastimará. Háblame. Finge que no está aquí". Sagira se alinea directamente frente al espectro. Sus iris se entrecruzan y se contraen erráticamente en secuencia.

"Oh. Suéltalo".

Osiris lo suelta. El espectro se disipa. "¿Sagira?"

"Necesitaba a alguien fuerte. Un luchador".

"¿Nada más?"

Sagira hace una pausa.

"El Viajero estaba... herido cuando nos creó. Ese dolor resuena. Algunos de nosotros tomamos decisiones que no debemos. Algunos de nosotros tenemos miedo. El proceso no está simplificado".

"Defectos". Osiris se contrae contra la densidad oscura del bosque. Si hay fallas en la luz, entonces podría corromperse. No es indomable, por lo que con el tiempo sería desafiada.

"Somos piezas de un todo, pero distintas. Únicas. Tampoco eres el señor perfecto".

Debería aprender a tener paciencia.

"¿A dónde irá?"

"A reunirse con el Viajero. A encontrar a alguien nuevo. Alguien mejor".

Un pequeño grupo de humanos emerge de entre los árboles junto a Osiris. Algunos cargan con armas de fuego bastante oxidadas. Quien lidera el grupo va a paso ligero.

"Levántate, anciano". Las palabras caen sobre sus hombros, húmedas y pesadas.

"No".

Un Espectro pintado revolotea frente al rostro de Osiris. "Reich, señor de la guerra, te ordena que te levantes".

"Estás en mi territorio. Quemando mi madera. Me has robado. Eso es un brazo".

"Te conceden la inmortalidad y te dedicas a hacerte con todo lo que te rodea. Qué desperdicio".

El señor de la guerra se ríe. El Espectro no tarda en reír al unísono.

"Encarnas la deshonra". Osiris lo observa por encima del hombro. "Márchate. Replantéate tu camino".

"El brazo o la vida. Así son las reglas".

"Decídete". Osiris deja que sus palabras resuenen en la cabeza del señor de la guerra.

"Tengo más de media docena de armas a mi espalda". El señor de la guerra mete hierro picado en la capucha de Osiris.

"Yo tengo luz propia". Las llamas envuelven a Osiris, estallando en alas que proyectan las sombras de la noche. Una candente espada se extiende desde una de sus manos. En un movimiento rápido, Osiris corta al señor de la guerra, reduciéndolo a un montón de trozos chispeantes y arrebata a su aturdido Espectro del aire. Dirige la mirada al grupo y ve sus espaldas retirándose hacia el bosque. Presta toda su atención al Espectro.

"¿Por qué este hombre?". Osiris extingue su llama.

"¡Suéltame!".

Saguira vuelve de la no existencia.

"¡Tú, hermana! ¡Ayúdame!".

"De acuerdo. Oye, no va a hacerte daño. Habla conmigo. Imagina que no está aquí". Saguira se alinea en seguida frente al Espectro. Sus iris se conectan y se sacuden en secuencia.

"Vaya. Suéltalo".

Osiris lo deja libre. El Espectro se desvanece. "¿Saguira?".

"Necesitaba a alguien fuerte. Un luchador".

"¿Nada más?".

Saguira se detiene.

"El Viajero estaba... herido cuando nos creó. Ese dolor todavía resuena. Algunos tomamos decisiones equivocadas. Otros tenemos miedo. No es un proceso simple".

"Defectos". Osiris se encoge frente a la densidad apagada del bosque. "Si existen los defectos en la Luz, entonces podría corromperse. No es indomable, por lo que alguien podría desafiarla con el tiempo".

"Somos partes de un todo, pero independientes. Únicos. Tú tampoco eres el Sr. Perfecto".

Tendrá que aprender a ser paciente.

"¿Adónde irá?".

"A reunirse con el Viajero. Para encontrar a alguien más, alguien mejor".

6: Cimientos, parte I / 6: Cimientos - parte I

Lo que sería la Última Ciudad se cierne sobre Osiris. Barricadas desvencijadas se doblan a kilómetros de distancia. Camina a través de paredes de acero oxidado semiformadas y a través de cimientos de tierra aplastados por el fuego de las armas pequeñas. Pasa por numerosos ciudadanos soldando fortificaciones, haciendo reparaciones y desmontando finas casuchas abrasadas por la batalla para reutilizar los materiales y convertirlos en viviendas permanentes.

Los Portadores de la Luz salpican el paisaje lanzando grandes cargas de metal a las paredes florecientes y fundiendo rayos junto con la luz solar, o buscando amenazas distantes a lo largo de las varias torres de vigilancia que bordean la ciudad como faros que guían a los que están perdidos a un puerto seguro. Los espectros proyectan diagramas y esquemas para dirigir las manos de cada trabajador. Un hombre saca una taza tosca de un cubo. Gotea agua limpia mientras se la lleva a los labios y bebe profundamente mientras el cubo se transporta en poleas para saciar a otro grupo en otro lugar.

"Nunca había visto tantos espectros antes. ¿Nos quedaremos mucho tiempo?"

"El Viajero está aquí, Sagira. ¿Qué mejor lugar para encontrar las respuestas que buscamos?"

El olor a té y especias fluye por el aire rebotando puntualmente a los sentidos sobre el humo y los vapores envejecidos. Un aroma a carne con pimienta arrastra a Osiris hacia una plaza central llena de materiales dispersos y paredes bajas de cenizas que sostienen fusiles de chatarra. Un exo acorazado camina lentamente entre parrillas de cocción dentro de un anillo de escombros.

"Sonaba... grandioso", reflexiona Sagira observando los restos de la ciudad de la tienda a la distancia.

"Los rumores siempre lo hacen. No es exactamente el oasis de posición del que habló Felwinter, pero es un comienzo".

"¿Qué podría ser más grandioso?" El chef de Exo hace ruido con media docena de platos de comida de madera sobre un mostrador de piedra en bruto. "Esto es esperanza, guardián. Días tranquilos como estos... pronto habrá más".

"No soy un guardián. Solo me encuentro con un amigo". Osiris mira hacia una Torre lejana que sobresale por encima de la construcción que lo abarca. Solitario; a la sombra de un orbe blanco óseo.

"Seré tu amigo. Ven. Siéntate. Come. Hay suficiente para que te unas a nosotros. Soy Saint-14".

Osiris mira la carne al plato y la parrilla humeante antes de mirar hacia las fortificaciones distantes. "Podrías hacer el trabajo de veinte en esa pared".

"Es su muro. En caso de que requieran asistencia, solo necesitan pedirla". Saint-14 extiende un plato de comida hacia Osiris y organiza sus placas frontales en una sonrisa.

"Ya que no nos va a presentar... este es Osiris, y yo soy Sagira. ¡Es un placer conocerte, Saint!"

Lo que sería la Última Ciudad se cierne sobre Osiris. Las barricadas desvencijadas se caen a trozos a su alrededor durante kilómetros. Camina entre paredes de óxido de acero a medio levantar y cimientos de tierra destruidos, marcados por los disparos de armas pequeñas. De camino, ve a decenas de ciudadanos soldando fortificaciones, reparando y demoliendo casuchas chamuscadas durante la batalla para reutilizar los materiales en hogares resistentes.

Los portaluces salpican el paisaje, lanzando grandes cargas de metal a las paredes que se yerguen, fundiendo vigas con Luz solar o buscando amenazas distantes a lo largo de las muchas torres de vigilancia que bordean la Ciudad, como faros que guían a los perdidos a un puerto seguro. Los Espectros proyectan diagramas y esquemas para indicar los quehaceres de cada trabajador. Un hombre saca una taza tosca de un cubo. Gotea agua limpia mientras se la lleva a los labios y bebe con necesidad mientras el cubo se transporta en poleas para refrescar a otro grupo en otro lugar.

"Nunca había visto tantísimos Espectros. ¿Nos quedaremos mucho por aquí?".

"El Viajero está aquí, Saguira. No hay lugar mejor para encontrar las respuestas que buscamos".

El olor a té y especias flota en el ambiente y choca de vez en cuando contra los sentidos, con el humo del tiempo y los gases. Un aroma a carne a la pimienta arrastra a Osiris hacia una plaza central llena de materiales dispersos y paredes bajas con montones de ceniza apilados que sostienen rifles de chatarra. Un exo blindado arrastra los pies entre parrillas en el centro de un anillo de escombros.

"Parecía más... grande", cavila Saguira, mientras inspecciona los restos de la ciudad de tiendas desde la distancia.

"Es lo que tienen los rumores. No es exactamente el oasis de apoyo del que habló Felwinter, pero es un comienzo".

"¿Qué parecía más grande?". El chef exo suelta media docena de platos de madera con comida sobre un mostrador de piedra sin tratar. "Es esperanza, guardián. Días tranquilos como este... pronto habrá más así".

"No soy guardián. He quedado con un amigo". Osiris mira hacia una Torre lejana que sobresale por encima de la construcción que la abraza. Solitaria, a la sombra de un orbe blanco hueso.

"Yo seré tu amigo. Ven. Siéntate. Come. Queda suficiente para que te unas. Soy San-14".

Osiris escruta la carne emplatada y las humeantes brasas antes de volver la mirada de nuevo a las fortificaciones en la distancia. "Valdrías por veinte hombres trabajando en ese muro".

"Es su muro. Si necesitan ayuda, solo tienen que pedirla". San-14 le alcanza un plato de comida a Osiris y sus facciones metálicas esbozan una sonrisa.

"Ya que no parece que este vaya a presentarnos... se llama Osiris y yo soy Saguira. ¡Un placer conocerte, San!".

7: Cimientos, parte II / 7: Cimientos - parte II

"¡Es un placer conocerte también, Sagira! Osiris, por favor". Saint-14 hace un gesto hacia una silla de madera endeble.

Dos espectros pasan por delante de ellos y barren los platos del mostrador antes de alejarse.

"¿Te importaría ayudarlos a llevar comida a la gente, Sagira?"

"Claro, déjame cargar mi protocolo de servicio". El chiste se mantiene. Saint-14 expresa un sincero agradecimiento. "¡Está bien! ¡Ya vuelvo!" Delicadamente hace equilibrio con un plato y se aleja flotando.

"¿No tienes hambre?"

"Podrías estar patrullando con los Señores de Hierro". Osiris acerca el plato.

Saint se sienta. "¿Es eso lo que te da un propósito?"

Un grupo de Espectros se acerca por el suelo levantando pequeñas nubes y chirriando entre sí. Se deslizan por los escombros, dejan platos limpios, recogen otros nuevos y se van de nuevo.

"Hay monstruos allá afuera, del tipo que un ser sin luz no podría esperar vencer".

"La vida es dura". Saint se pone de pie para alinear la parrilla con carne desmenuzada de cerdo. "Los que podemos ayudar, deberíamos hacerlo".

"Me preocupa el potencial desperdiciado". Osiris saca un pequeño trozo de su plato.

"Deberías ver al Orador. Quizás él pueda ayudarte a encontrar tu camino".

Osiris se burla. "No creo que tenga mis respuestas".

"¿Quieres apostar?" Saint-14 voltea el montón de cerdo con la mano.

"No hago apuestas". Osiris hace una pausa. Él mira por encima del hombro.

Sagira voltea en formación con los otros espectros. Bailan por el aire sacando platos vacíos de mesas improvisadas.

"¿Es un buen hombre?"

"Daría mi vida por él".

"Ah".

"Todo esto", señala Saint-14 hacia las fronteras de la ciudad, "es un respiro. Las personas son mejores si tienen un momento para respirar".

"¿De verdad lo crees?"

"Sí, y creo que verás que tengo razón".

Los espectros hacen una vuelta. Sagira ríe.

"Tal vez. Gracias por la comida, Saint-14".

"De nada".

Los dos comen.

Los hombros de Osiris se aflojan. "¿Te sabe a quemado?"

"No".

"¡Igualmente, Saguira! Osiris, por favor". San-14 gesticula hacia una endeble silla de madera.

Dos Espectros pasan por delante de ellos y barren los platos del mostrador antes de alejarse.

"¿Te importaría ayudar a llevar la comida a la gente, Saguira?".

"Claro que no, deja que cargue mi protocolo de ayuda". La broma se queda en el aire. San-14 agradece con sinceridad. "¡Vale! ¡Vuelvo enseguida!". Eleva delicadamente un plato y se aleja volando.

"¿No tienes hambre?".

"Podrías estar patrullando con los Señores de Hierro". Osiris se acerca el plato.

San se sienta. "¿Es eso lo que le da sentido a todo?".

Un grupo de Espectros se acerca por el suelo, levantando pequeñas nubes y piando entre sí. Se deslizan por los escombros, dejan platos limpios, recogen otros nuevos y se van otra vez.

"Hay monstruos ahí fuera... a los que un ser sin Luz no puede ni soñar con abatir".

"La vida es dura". San se pone en pie para llenar la parrilla de carne con carne de cerdo. "Los que podamos ayudar, debemos hacerlo".

"Me preocupa todo el potencial desperdiciado". Osiris se hace disimuladamente con un trozo de carne para su plato.

"Deberías ir a ver al Orador. Quizá pueda ayudarte a encontrar tu camino".

Osiris resopla. "No creo que tenga las respuestas que necesito".

"¿Qué te apuestas?". San-14 le da la vuelta a la carne con la mano.

"Yo no apuesto". Osiris calla y observa por encima del hombro.

Saguira se coloca en formación con los otros Espectros. Danzan por el aire, llevándose platos vacíos de mesas improvisadas.

"¿Es un buen hombre?".

"Daría mi vida por él".

"Mm".

"Todo esto", San-14 señala con los brazos las orillas de la Ciudad, "es un respiro. La gente se encuentra mejor si tienen un momento para respirar".

"¿Eso crees?".

"Sí, y creo que acabarás dándome la razón".

Los Espectros se mueven en círculos. Saguira ríe.

"Tal vez. Gracias por la comida, San-14".

"¡De nada!".

Ambos comen.

Osiris relaja los hombros. "¿Te sabe a quemado?".

"No".

8: Efecto observador / 8: El efecto observador

Saint-14 recorre mechones de lana a la deriva, teñidos en patrones policromáticos ahora dispersos.

Un destacamento de la Orden de los cortafuegos había extendido demasiado su estadía en el valle y, al ser presionados, se negaron a ceder terreno. Su valentía fue en vano. Ocho caídos. Uno desaparecido.

Emerge en la cima de una cresta en la frontera occidental, con cintas de lana aún adheridas a su armadura como rayas caleidoscópicas. Las municiones detonan contra el cielo abierto detrás de él. Los relámpagos caen en respuesta. La ciudad no está perdida todavía.

Ocho guardianes yacían sin luz, sus cuerpos espalda contra espalda en un campo de enemigos rotos y tierra quemada. Los caídos los rodean como buitres. En el caos, sus espectros habían huido hacia la cima de la cresta sin ser detectados. Saint-14 los ve planear rápido y bajo. Mapea la ruta por la cresta inclinada hacia un pequeño cráter en el borde donde podía encontrarse con ellos.

Su atención se centra en el cráter. El noveno. Elriq. Ella estaba a salvo, sola, y se escarbó en sí misma.

Saint se desliza dentro del cráter al lado de Elriq; su terror de sorpresa pasa a ser alivio.

"¿Estás bien?"

"Sí". Su espectro está herido, pero vivo.

"Despejaremos el camino, y todos volverán a estar de pie".

El aire se abre por encima de los caídos. Los más cercanos son incinerados; en su lugar brilla la brillante luz dorada de Osiris. La explosión rompe la barrera de un capitán cercano, volcándolos a toda velocidad por la tierra. Se escuchan silbidos y rugidos. Los fusiles de choque arrojan rayos hacia el cielo.

Sus movimientos cortan cintas de aureola a través de sus filas, la desorientación se convierte en pánico, y una tras otra son consumidas por su conflagración.

"Dales duro, maldita sea". Saint voltea hacia Elriq. "¿Andando?"

"No puedo".

Osiris engaña a los espectros que huyen por un momento. Clic. Casi han llegado a la cumbre. Clic. Se da la vuelta; bajó la palma de la mano. Clic. El capitán, ahora de pie, envía toda la furia de su cañón ardiente. La explosión rasga la imagen de Osiris de manera brillante, dispersando la luz a través del valle trazada en vidrio fundido.

Más caídos inundan el valle.

"Te necesitamos, Titán".

"No puedo morir de nuevo".

"Entonces, no moriremos". Saint revisa su cargador.

Varias luces diminutas parpadean sobre el borde de la cumbre. "¡Guardianes!"

Ella se sienta. Los cuenta a todos. Ocho vidas. Ocho que llevarían tantas más.

"No podría..."

"Esta es una nueva opción". Saint-14 sale del cráter. "Solo eres lo que quieres ser".

Elriq se levanta. "Escóndanse ahora, pequeños. Vamos a recuperar a sus guardianes".

San-14 se abre paso a través de penachos de lana a la deriva, teñidos en patrones policromáticos ahora desteñidos.

Un destacamento de la orden Cortafuegos había sobrepasado los límites de control en el valle y, cuando les presionaron, se negaron a ceder terreno. Echaron a perder su valía, fútil. Ocho cuerpos. Faltaba uno.

Emerge en lo alto de una cresta de la frontera oeste, con flecos de lana todavía colgando de su armadura como mechas caleidoscópicas. Las municiones detonan en el cielo abierto, a su espalda. Los rayos rugen, en respuesta. La Ciudad aún no está perdida.

Ocho guardianes yacen sin Luz, sus cuerpos espalda contra espalda, en un lecho de enemigos rotos y tierra quemada. Los caídos los rodean como buitres. En el caos, sus Espectros habían subido a la cima sin que los detectaran. San-14 los observa deslizarse con rapidez y por lo bajo. Calcula la ruta por la inclinada cresta hacia un pequeño cráter en el borde donde podría encontrarlos.

Su atención se fija en el cráter. La novena. Elriq. Estaba a salvo y sola, escondida.

San llega hasta el cráter junto a Elriq y su terror y sorpresa se transforman en alivio.

"¿Estás bien?".

"Sí". Su Espectro está herido, pero vivo.

"Abriremos un camino y se volverán a alzar".

El aire se abre de golpe sobre los caídos. Los más cercanos acaban incinerados. En su lugar, la Luz dorada de Osiris brilla con intensidad. La explosión rompe la barrera de un capitán vecino y los tira al suelo a una gran velocidad. Se escuchan silbidos y rugidos. Los fusiles voltaicos lanzan descargas hacia el cielo.

Una lluvia de fuego los dispersa. Sus movimientos cortan cintas doradas en sus filas. La desorientación se transforma en pánico y uno tras otro acaban consumidos por las llamas.

"Llévatelos al infierno, cabrón demente". San mira a Elriq. "¿Estás lista?".

"No puedo".

Osiris desvía un momento la mirada hacia los Espectros. Clic. Casi habían llegado a la cima. Clic. Dio media vuelta, con la palma en llamas. Clic. El capitán, ahora en pie, dispara toda su furia con el cañón calcinante. La explosión desgarra la imagen de Osiris en un resplandor, esparciendo Luz por el valle, tallada en vidrio fundido.

Más caídos inundan el valle.

"Te necesitamos, titán".

"No puedo morir otra vez".

"Pues no moriremos". San comprueba el cargador.

Una serie de pequeñas Luces parpadean sobre la ladera de la cresta. "¡Guardianes!".

Ella se incorpora y los cuenta. Ocho vidas. Ocho que cargarían con muchísimas más.

"No pude...".

"Es una nueva decisión". San-14 sale del cráter. "Tan solo eres lo que quieres ser".

Elriq se pone en pie. "Escondeos ahora, pequeños. Vamos a traer de vuelta a vuestros guardianes".

9: Estrecho / 9: Desbordados

Osiris arde; un rostro rugiente contra el firmamento de hollín del cielo. La noche interminable y sofocante. Madejas de luz giran y zumban; puntada de nervio cargada a través de su músculo y hueso. Miles de marionetas de oro reluciente se apresuran para reforzar las brechas en la defensa de la ciudad a instancias de él. El este debajo de él atravesado por olas de clamor frenético de los caídos. El frente no se había roto, solo se movió. Enfoca sus proyecciones allí.

Una pequeña escuadra mantiene la línea. Osiris voltea. El desafío dorado se mueve para detener el impulso de los caídos. Una proyección bloquea los ojos con un Titán. Ella asiente, y con fluida elegancia, la proyección la eleva hacia el cielo. Derriba una tempestad que atraviesa los muros de la ciudad y dispersa la fuerza que avanza. Shaxx grita en la distancia.

Múltiples marañas se rompen. El cielo se extiende hasta la noche sin estrellas; un olvido llena las fronteras de la mente de Osiris en omnipresencia sofocante. Los márgenes. La luz ligeramente estirada. Bajo presión. Nunca es suficiente.

El occidente se está doblando.

La transferencia, instantánea.

Osiris teje el Infernal. El éter y la llama se envuelven entre sí en una estela cenicienta. Ve ocho luces escalando la cumbre. Clic. Un guardián solitario se estrella contra el horizonte de la cumbre. Clic. Sobrevivirán. Clic. Se da vuelta con la palma en lín...

El norte se está doblegando.

Los nervios arden. El tono dorado de la ciudad flaquea. Solo un momento de exhalación.

El norte se fractura. Las pistolas de campo rasgan el Muro.

Está aquí. Dos cazadores esperan. Uno dispara rayos de luz solar de su fusil envuelto en llamas. El segundo baila a través de retadores, sus cuchillas se arquean en pureza. Ninguno las pasaría.

Sus proyecciones se mueven para llenar el vacío.

Cuerpos en los escombros.

Los evacuados de la brecha oriental atrapados en la explosión.

Sus muertes llenaron su mente a través de veinte ojos dorados capturando la escena en su totalidad.

Osiris recorrería el frente norte en luz dorada.

Miró hacia la pared destrozada. A través de la brecha, la mente inútil, eclipsada por el precipicio eterno. Lleno de amenaza. Los ojos mirando hacia abajo, goteando, hambrientos, esperando inundar esta última esperanza con profundidad. Incluso ahora, cuando las líneas de los caídos se rompen contra la luz, otros observan desde profundos huecos sin estrellas. Si no es este, otro. La presa fallará, como todos lo hacen en el tiempo.

Pero, por ahora, el sur se dobla... y aún se puede limpiar con fuego.

Osiris arde, un semblante que aúlla contra el firmamento en un cielo cargado de hollín. Se comprime, una noche interminable. Esferas de luz se mueven frenéticas y zumban; los nervios cargados aprietan sus músculos y sus huesos. Innumerables marionetas de oro reluciente se apresuran para reforzar las brechas en la defensa de la Ciudad bajo sus órdenes. El este, debajo de él, atravesado por olas de exaltados caídos y sus clamores. El frente no se había roto, solo se había desplazado. Osiris dirige sus proyecciones hacia esa dirección.

Una pequeña escuadra mantiene la línea. Osiris se da la vuelta. El desafío dorado se mueve para detener el impulso de los caídos. Una proyección hace contacto visual con una titán. Ella asiente y, con fluida elegancia, la proyección la eleva hacia el cielo. Invoca una tempestad que atraviesa los muros de la ciudad y dispersa la fuerza que avanza. Shaxx, por debajo, grita en la distancia.

Varias esferas se rompen. El cielo se extiende hacia una noche sin estrellas, un olvido invade las fronteras de la mente de Osiris en una omnipresencia asfixiante. Las lindes. La Luz se extiende tenuemente. Bajo coacción. Nunca es suficiente.

El oeste se doblega.

La transferencia, instantánea.

Osiris sigue con Infernal. Éter y fuego se envuelven entre sí en una estela cenicienta. Ve ocho luces escalando la cresta. Clic. Un guardián solitario se estrella contra el horizonte de la cima. Clic. Sobrevivirán. Clic. Se da la vuelta, con la palma extendida...

El norte se doblega.

Le arden los nervios. El tono dorado de la Ciudad se oscurece. Solo un momento de exhalación.

El norte se quiebra. Las armas desgarran el muro.

Allí llega. Dos cazadoras resisten. Una dispara rayos de luz solar de su fusil, envuelto en llamas. La segunda danza entre oponentes, sus hojas de pureza de arco. Nadie podrá con ellas.

Sus proyecciones se movilizan para cortar el paso.

Cadáveres entre los escombros.

Refugiados de la brecha este atrapados por la explosión.

Sus muertes ocuparon su mente a través de veinte ojos dorados, grabando la escena en su totalidad.

Osiris peinaba el frente del norte, en Luz dorada.

Observó el muro derrumbado. A través de la grieta, la mente inútil, eclipsada por el precipicio eterno. Lleno de amenaza. Ojos que miran hacia abajo, goteando, hambrientos, esperando inundar esta última esperanza con una profundidad cada vez mayor. Incluso ahora, cuando los frentes caídos se rompen contra la Luz, otros observan desde profundos huecos sin estrellas. Si no es este, será otro. La presa fallará, como todas lo acaban haciendo.

Pero de momento, el sur se doblega... y todavía puede purificarse con fuego.

10: Relatos de guerra / 10: Historias de la guerra

Geppetto:
La frecuencia de comunicación ya no está atascada. Restableciendo. Hola, OpCom Bienvenido a...

Shaxx:
SOY SHAXX; ¡EL ENEMIGO ESTÁ EN PLENA RETIRADA!

Osiris:
Los muros del norte resisten... Me necesitan.

Saint-14:
¿Shaxx? ¿Hola? Los frentes occidentales están despejados. Habla Saint-14.

Shaxx:
¡ASOMBROSO! ENTONCES, MARCHAMOS AL SUR.

Saladino:
La avanzada de los caídos por el sur se ha roto. La ciudad resiste.

El silencio se sostiene por un momen...

Shaxx:
PENSARON QUE SE ESTRELLARÍAN AQUÍ Y NOS MATARÍAN A TODOS.

El grupo se ríe.

Saladino:
Sí.

Osiris:
Toda la escuadra contabilizada. Sin bajas.

Saint-14:
Gracias a ti y a mi amiga, Elriq. Debiste verla. Salvó ocho pequeñas luces. Atacó a varios caídos conmigo. Relámpagos, balas... fue bastante impresionante.

Elriq:
Eres demasiado amable. Fue un honor luchar a tu lado.

Shaxx:
¿VARIOS?

Saladino:
Estoy impresionado, Saint. ¿Cuántas muertes te costó tu ataque?

Saint-14:
No morí. Elriq proporcionó un maravilloso fuego de cober...

Shaxx:
NO TE CREO.

Saint-14:
¿Es porque moriste, Shaxx? Escuché que los caídos te rompieron el cuerno.

Shaxx:
¿Dónde escuchaste eso?

Elriq:
Puedo responder por Saint. No morimos.

Saint se echa a reír.

Shaxx:
SI SOLO PUDIÉRAMOS SER MÁS COMO TÚ, SAINT.

Saint-14:
Como dije, tuve una excelente cobertura.

Osiris:
No sé cuántas veces morí. Fui testigo de la batalla a través de los ojos de la ciudad. Caminamos sobre la cuerda floja. Estábamos muy dispersos.

Saint-14:
Mi hermano, peleaste duro. Deberías enorgullecerte. Sin ti, hubiéramos perdido.

Osiris:
Algunos estuvieron perdidos.

Geppetto:
Ya no hay interferencias en la frecuencia de comunicación. Hola, comando de operaciones. Bienvenidos a...

Shaxx:
AQUÍ SHAXX, ¡EL ENEMIGO SE RETIRA!

Osiris:
El muro norte se mantiene... Me necesitan.

San-14:
¿Shaxx? ¿Hola? Los frentes del oeste están despejados. Aquí San-14.

Shaxx:
¡INCREÍBLE! NOS MOVILIZAMOS AL SUR.

Saladino:
Hemos interrumpido la marcha de los caídos en el sur. La Ciudad resiste.

El silencio permanece solo un instante...

Shaxx:
PENSABAN QUE IRRUMPIRÍAN AQUÍ Y NOS MATARÍAN A TODOS.

El grupo ríe.

Saladino:
Sí.

Osiris:
Todas las escuadras presentes. Sin bajas.

San-14:
Gracias a ti y a mi amiga, Elriq. Deberíais haberla visto. Salvó a ocho Lucecitas. Arremetió contra docenas de caídos conmigo. Rayos, balas... fue impresionante.

Elriq:
Eres muy amable. Ha sido un honor luchar a tu lado.

Shaxx:
¿DOCENAS?

Saladino:
Estoy impresionado, San. ¿Cuántas muertes te ha costado tal hazaña?

San-14:
No morí. Elriq me cubrió a la perfección...

Shaxx:
NO TE CREO.

San-14:
Porque tú sí que has muerto, ¿no? Me han dicho que los caídos se cargaron tu cuerno.

Shaxx:
¿Quién te lo ha dicho?

Elriq:
Doy fe de lo que dice San. No ha muerto.

San explota en carcajadas.

Shaxx:
SI TODOS PUDIÉRAMOS PARECERNOS A TI, SAN...

San-14:
Como he dicho, me han cubierto con gran destreza.

Osiris:
No sé cuántas veces he muerto. Presencié la batalla a través de los ojos de la Ciudad. Estábamos desbordados. En la cuerda floja.

San-14:
Hermano, has luchado con valentía.

Deberías estar orgulloso. Sin ti, habríamos caído.

Osiris:
Algunos lo han hecho.

11: Respira / 11: Respiro

En el perímetro de las paredes levantadas, separadas del resto de la ciudad, pequeñas granjas brotan de un suelo tocado por la guerra y siembran trazos verdes a través de arrozales arados. Enredaderas serpenteadas trepan por restos de corazas de guerra, abandonados hace mucho tiempo. Las semanas desde que Seis Frentes abandonara la ciudad transcurren en una rara calma. Las flores silvestres brotan a la luz del Viajero.

Las lluvias llegarían pronto.

Las telas sueltas de verano que bailan sus colores al sol dieron paso a la lana texturizada y las capas envueltas en tonos más profundos. Las borlas esmeraldas ondean en el viento sobre postes de hierro, lo que crea una amplia fila de semillas para las festividades de mañana. Ikora lleva a los ciudadanos del núcleo de la ciudad a participar en los Recuerdos. Saint levanta el yugo de sus hombros y se sonríen el uno al otro. No esperaba que muchos caminaran la fila de semillas con ellos antes del festival. Saluda a cada transeúnte cuando entran a los terrenos. Algunos le dan la mano; otros, le agradecen. Algunos presentan cintas violetas que atan por su armazón metálico.

Las aves se posan en los puntos más altos de los muros.

Zavala conduce los postes finales de la borla para formar un círculo de Lucha de distritos. Shaxx se mantiene monolítico sobre un enjambre de niños, todo su ser traspasado sobre él mientras cuenta momentos de heroísmo en detalle teatral. Ana ata los petardos solares en linternas y los coloca en la parte delantera de la fila de semillas para los juerguistas. Osiris está ausente; preocupado por las insaciables predilecciones que lo llevan a preocuparse.

El mundo había crecido a su alrededor.

Saint ve a los ciudadanos tomar turnos por la fila de semillas. Las semillas se esparcen sobre cada uno de ellos, y el viento lleva sus linternas a través de los campos y sobre los muros. El resplandor ardiente estalla contra el crepúsculo invasor cuando la gente completa su circuito y regresa a casa. Los guardianes terminan los preparativos y se filtran a sus puestos nocturnos.

"¿Alguien que quieran recordar?" Ana le da a Saint una linterna vacía.

La gira en sus manos. "¿Qué harás cuando venzamos a la oscuridad? ¿Cuando haya paz?"

"No lo sé". Ella suspira. "¿Alguna vez te preguntaste por los otros trece? Pienso en eso a veces".

"Estoy feliz con catorce".

Ana agarra su hombro. "Yo también, Saint-14". Rocía un puñado de semillas sobre él. "Asegúrate de caminar por la fila. Está oscureciendo". Le sonríe.

"Gracias, Anastasia".

Ana asiente. "Sabes que es Ana", dice, y regresa a la ciudad.

Saint-14 llena la linterna con luz del vacío y camina la fila. "Por Marin".

Se sienta. Las palomas se posan sobre él recogiendo semillas. Mira la linterna hasta que ya no puede distinguirla de entre las estrellas.

"Buenas aves. Me alegra que hayan encontrado un hogar aquí".

En el perímetro de los muros erguidos, separados del resto de la Ciudad, pequeñas granjas brotan de un suelo rico en guerra y siembran hileras verdes a través de zonas aradas. Las vides sinuosas cual serpientes enredan los restos de armazones de guerra, abandonados hace mucho tiempo. Las semanas transcurridas desde los Seis Frentes habían sumido la ciudad en una rara pausa. Las flores silvestres se llenan de brotes a la Luz del Viajero.

Pronto llegarían las lluvias.

Los tejidos holgados del verano que hacen bailar los colores al sol dieron paso a la lana texturizada y las capas aislantes. Las borlas esmeraldas ondean al viento sobre postes de hierro, creando una amplia fila de semillas para las festividades del día siguiente. Ikora lleva a los ciudadanos a participar en la conmemoración. San levanta el yugo de sus hombros y se sonríen el uno al otro. No esperaba que tantos pasearan a lo largo de la fila de semillas con ellos antes de la festividad. San saluda a cada transeúnte cuando entran a los terrenos. Algunos le dan la mano, otros le agradecen. Algunos llevan cintas violetas que atan en su estructura metálica.

Los pájaros cantan en las zonas más altas de los muros.

Zavala mueve los postes finales con borlas para formar un círculo de Wardclash. Shaxx se mantiene petrificado ante un enjambre de niños, todo su ser paralizado mientras relata momentos de heroísmo con detalles exagerados. Ana introduce cohetes solares en farolillos y los coloca al frente de la fila de semillas para los juerguistas. Osiris está ausente, ansioso por esas predilecciones insaciables que lo llevan a preocuparse.

El mundo ha crecido a su alrededor.

San observa a los ciudadanos esperar su turno en la cola de semillas. Estas se esparcen por encima de cada uno de ellos y el viento conduce sus farolillos a través de los campos y sobre los muros. Un resplandor ardiente irrumpe en el rojo atardecer mientras la gente completa el circuito y regresa a casa. Los guardianes terminan los preparativos y se marchan a sus puestos nocturnos. La actividad da paso a la quietud.

"¿Alguien a quien quieras recordar?". Ana le alcanza a San un farolillo vacío.

Le da vueltas en las manos. "¿Qué harás cuando venzamos a la Oscuridad? ¿Cuando reine la paz?".

"No lo sé". Ana suspira. "¿A veces piensas en los otros trece? Yo sí, de vez en cuando".

"Estoy feliz con catorce".

Ana le aprieta el hombro. "Yo también, San-14". Y esparce un puñado de semillas sobre él. "Asegúrate de seguir la senda. Está oscureciendo". Le sonríe.

"Gracias, Anastasia".

Ana asiente. "Para que lo sepas: mejor Ana", le responde y pone rumbo de vuelta a la Ciudad.

San-14 rellena el farolillo con Luz de vacío y sigue la senda. "Por Marin".

Se sienta. Las palomas se posan sobre él para hacerse con las semillas. Observa el farolillo hasta que ya no puede distinguirlo de las estrellas.

"Qué pájaros tan simpáticos. Me alegra que hayáis encontrado un hogar aquí".

12: Márgenes, parte I

Osiris se sienta en el pequeño jardín de piedra debajo del Viajero; sus intentos de comunión fracasaron. Había visto al Orador parado allí durante horas.

Ikora había accedido a regañadientes a aparecer en su lugar en los Recuerdos. Sus palabras fueron severas, pero en el fondo, ella sabe que las victorias se volvieron complacencia.

Hay una presión inminente y desalentadora.

Un nudo corredizo esperando un paso en falso.

Un juego delicado.

Los braseros proyectan sombras; tonos distractores parpadeaban en sus ojos, lo desconcentran.

Osiris respira.

Los jardines de piedra son espacios infinitos. La línea del horizonte es un horizonte arrasado.

Respira.

Él está solo en el vacío. No hay más interrupciones.

Hay a un punto en la profundidad. No se puede ver directamente.

Sumérgete. Sumérgete. Más profundo.

Aun, hay a un punto en la profundidad oscura.

La nada. Extensa.

Osiris se hunde para obtener una nueva perspectiva. El punto permanece.

Es muy tenue. Distante. Aunque él sabe que puede ver la luz.

Su alcance se alargó. Claridad en el espacio entre su mano y la punta. El punto blanco óseo. Tenue ahora.

La omnipresencia lo era.

Hambriento reconocimiento.

Vasto. Él mismo contra la enormidad; una interminable medianoche. Y un punto solitario.

13: Márgenes, parte II

"Me alegra verte aquí. ¿Puedo sentarme?", le dijo.

Ruido empalagoso. El jardín de piedra está presente. Él está presente.

El Viajero, un monarca contra la tinta crepuscular sombría.

"Puedes". Osiris se para.

"Quédate".

Osiris se detiene. Se voltea hacia el Orador; la luz del Viajero se impregna en el tono blanco hueso de su máscara. "¿Necesitas algo?"

"Hay tanta actividad en la ciudad. Siento que ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que hablamos".

Osiris se mantiene en silencio. Mira al Viajero.

Hay una presión desalentadora.

"¿Qué te preocupa?" El Orador camina hacia Osiris.

Osiris inhala brusco. "¿Leíste mis informes?"

"Desde luego". El Orador afloja su postura. "Valoro tu consejo".

"Estábamos tan cerca. Un momento en el lugar equivocado". Osiris mira al Orador.

El Orador asiente. "Sí. Pero la luz guio tu camino".

Un nudo corredizo esperando un paso en falso.

"No vi al Viajero en los Seis Frentes".

El Viajero es tan inmenso que Osiris no se compara. "Pero lo hiciste, hijo mío. Fue en el fuego que salvó a tus hermanos y hermanas. Fue en los rayos de arco que atravesaron sus ejércitos. Los escudos violetas que mantuvieron el frente..."

"No romantices esta carga. Empuñamos un arma".

El Orador sacude la cabeza. "La luz te empuña a ti, Osiris. Eres lo que haces de ella. Una gloriosa extensión de su majestad, en muchas direcciones".

Osiris camina al ritmo de la cadencia con sus palabras. "Entonces, sería bueno hablar con claridad. Para dirigirme mejor".

El Orador ladea la cabeza. "¿Sin voluntad? Entonces no sería mejor que la oscuridad".

"Solo pido orientación; lo que hacemos es un juego delicado". La voz de Osiris, angustiada.

Majestuoso de nuevo, el Orador se dirige al jardín de piedra. "¿Te sentarás conmigo?"

14: Mecenas

Los caminos de piedra conducen a Saint-14 a través de la Ciudad. Los camina la mayoría de los días cuando está en casa. Cuando el tiempo lo permite.

La gente saluda. Ellos aclaman.

Traen ofrendas de su apoyo y adoración.

Panes. Símbolos. Borlas maravillosamente hiladas y bandas de color púrpura real.

Su nombre se había convertido en sinónimo de los guardianes.

Una imagen que seguir; para ser venerada.

Sonríe y les da la mano.

Sonríe y acepta sus regalos.

Su felicidad también es de él.

Siente el peso de sus cintas reales alrededor de su cuello apretadas por la expectativa.

Su armadura es la fe. Se desliza y se afloja al caminar.

Cantan juntos. Comparte pan con el coro de voces. Ata cintas en su cabello.

Su alegría es la de ellos.

Le cantan una nueva canción.

Sus voces brillan intensamente.

15: Pastor

Padre e hijo se posan sobre la Torre.

La Ciudad florece mientras observan, irradiando hacia afuera en una animada expansión debajo del Viajero. Seis Frentes fue un llamado a las armas para llamar a la humanidad a su próxima gran causa. Miles se dirigieron a las puertas de la Última Ciudad en busca de crédito a las muchas promesas que sus esperanzas habían susurrado durante las largas noches de muerte.

"¿Te imaginaste que sería así cuando llegamos?" Saint-14 se apoya contra la barandilla de la Torre.

El Orador mira las bulliciosas calles de la Ciudad. "No en tan poco tiempo, pero siempre creí que éramos capaces".

"¿Recuerdas cuando me desperté por primera vez?"

"Lo recuerdo".

"Me dijiste que sería un ejemplo para que otros lo siguieran. ¿Cómo lo supiste?"

"No lo sabía; creía en tu potencial".

El Viajero domina una estela azul, rayos de luz caen en cascada sobre su superficie en una cúpula centelleante contra las solitarias montañas lejanas.

"A menudo pienso en las elecciones que hacemos. Si son las correctas. Si a los que hemos perdido estarían de acuerdo. Trato de honrar sus recuerdos".

"Somos seres frágiles. Los exo, también. Es bueno cuestionarse, mirar dentro de ti". Agarra los hombros de Saint-14 y estira su postura. "Si bien no puedo comenzar a conocer los sacrificios que has hecho por nosotros, puedo decirte que la pérdida es parte de la dulzura de la vida".

Saint asiente. "Me has enseñado muchas lecciones". Levanta la cabeza.

Miran cómo la ciudad se mueve y fluye.

"¿Qué harás cuando hayamos ganado?"

El Orador une paciente las palabras en su mente.

"Geppetto y yo buscamos muchas millas estériles antes de cruzarnos con el Cosmódromo. Casi había perdido la esperanza". Voltea hacia Saint-14. "Esa pequeña luz sabía exactamente dónde encontrarte, una vez que se le dio el lugar apropiado para buscar". El Orador suelta una pequeña risa. "No hay un antes o un después, hijo mío. Lo intentamos, dudamos, crecemos. Es todo un camino".

16: Política

"Osiris, lo siento. Ikora no puede asumir tu papel".

"Ikora, vete, por favor".

Ella se voltea hacia él con un tono agudo: "¿Es grosero que el tema de la conversación esté presente?"

"Puede quedarse si lo desea. Merece saber por qué". El Orador asiente con la cabeza a Ikora.

Responde: "Estoy de acuerdo".

"Bien".

"Bueno, ahora. Osiris...

"Déjala presentarse ante el Consenso". Osiris se compone. "Ella es más que capaz de asumir mis deberes, y..." en voz baja, "está en buenas manos aquí".

El Orador se inclina hacia adelante. "Osiris. No se te puede permitir elegir tu reemplazo; nos tomó muchas conversaciones llegar a donde estamos. El Consenso tiene expectativas de la Vanguardia. Hay deberes que cumplir".

"Orador; lo entiendo". Ikor...

"Política".

El Orador endereza su postura. "Acuerdos que mantienen la paz, para que podamos luchar por un futuro, juntos".

"Ikora sería mi mejor representante. Ella no es un reemplazo".

"Debes estar presente para cumplir tus deberes".

Los ojos de Osiris se clavaron en la máscara del Orador. "¿Cuál es mi deber si no es proteger esta Ciudad? Somos un punto en la oscuridad. No podemos esperar a que lleguen las amenazas. Alguien tiene que enfrentarlas".

El Orador se levanta. "Lo haremos. A tiempo, juntos".

Osiris suspira, "Ten paciencia..." Una pizca de malicia sangraba por sus palabras.

17: Pasajero

Geppetto-3-1-294:
Hola, Sagira, hermano Osiris. Mantén este canal de comunicación abierto.

Sagira-3-1-294:
Buena idea. Haznos una subred.

Osiris-3-7-294:
Perderé mi próxima reunión.

Saint-3-8-294:
¿Ah, sí? Sospeché que esto sucedería cuando tu viaje de repente se hizo más largo. Le diré a la Vanguardia que tu nave se dañó y que eso causó demoras. No me hagas mentir por ti otra vez. No me gusta mentir. Esto molesta a Geppetto. Además, dile a Sagira que recuerdo su promesa y que me deben una deuda si no la cumple.

Osiris-4-0-294:
Sagira no apuesta.

Saint-4-1-294:
No es una apuesta. Es diferente del juego de azar. Ella no puede molestarte lo suficiente. Tu tiempo de respuesta en nuestras cartas es terrible. Prueba mi sugerencia. Creo que te ayudará.

Osiris-5-14-294:
¿Ikora está bien? ¿Tú estás bien?

Saint-5-14-294:
Los dos estamos decepcionados, pero viviremos. Padre no puede defenderte más.

Osiris-5-14-294:
Hablaré por mí mismo.

Saint-5-17-294:
Ese fue todo un espectáculo. ¿Dónde estás?

Osiris-6-2-294:
Encontrando respuestas Hablaremos pronto.

Osiris-9-29-296:
¿Dónde estás?

18: Culpa

Viento solar
La arena corre llorando.
Atravesando una roca.
Se rompe sobre el vidrio al mantenerse consigo misma.

Tenías razón.
Eso ayudó.

19: Reunión

Saint-14 mira las naves que entran y salen del hangar. La cadencia de las naves que atracan y desembarcan encuentra ritmo en la ciudad ocupada. Es rutina. Practicada. Pacífica.

Un visitante sube a bordo de la Paloma gris.

Geppetto se da vuelta para darles la bienvenida. "Saludos, hermano Osiris. Eres una visión bienvenida. ¿Sagira está contigo?"

"Hola, Geppetto. Sagira visita a Ikora". Osiris se sienta en la pasarela del Paloma gris. Se pasa una cinta por los dedos. "Hola, Saint".

"¿Osiris? Me preguntaba si esta reunión sería con una de tus proyecciones".

"No..."

---

"Hicieron un gran santuario para ti. ¿Te estás muriendo?"

Saint-14 ríe.

"¡Qué gusto verte de nuevo, hermano!".

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